En los últimos años ha crecido una tendencia llamativa en redes sociales: mamás influencers —especialmente en Estados Unidos— que muestran rutinas de limpieza, recetas caseras, decoración minimalista, crianza positiva y un estilo de vida aparentemente perfecto. Varias de estas mujeres son miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, comúnmente conocida como la Iglesia SUD.
Un reciente video en YouTube afirma que este tipo de contenido no es tan inocente como parece, y que en realidad formaría parte de una gran estrategia de marketing religioso disfrazado: un supuesto “soft power mormón” organizado desde la Iglesia para ganar adeptos sin que se note. Al final, incluso se insinúa que todo lo que hacen los miembros, incluso los inactivos y críticos, estaría controlado por la institución.
¿Es esto cierto? ¿O estamos ante una narrativa sensacionalista con poco fundamento?
A continuación, analizamos por qué esta afirmación es errónea y problemática, tanto en lo doctrinal como en lo sociológico.
1. Falacia de generalización conspirativa
Decir que todo lo que hacen los miembros SUD forma parte de un plan institucional es caer en una falacia lógica: suponer que por haber coincidencias culturales, debe haber manipulación.
En realidad, cualquier comunidad religiosa o ideológica crea ecos culturales que se replican: esto ocurre en comunidades evangélicas, ortodoxas, musulmanas, veganas, feministas o conservadoras. Compartir valores no significa estar siendo controlado.
La gran mayoría de influencers Santos de los Últimos Días no trabajan para la Iglesia ni reciben directivas oficiales. Muchas ni siquiera mencionan su religión.
2. Confusión entre cultura religiosa y control eclesiástico
Sí, es cierto que muchas mujeres SUD comparten valores similares: familia tradicional, estética cuidada, trabajo desde casa, auto superación, etc. Pero eso no es parte de un libreto secreto, sino de una cultura voluntaria y compartida.
La Iglesia enseña principios espirituales y éticos, pero no dirige los canales de YouTube ni las cuentas de Instagram de sus miembros.
Decir que toda expresión cultural positiva que venga de un Santo de los Últimos Días es propaganda camuflada es tan absurdo como decir que cada madre cristiana que hornea pan está evangelizando secretamente.
3. ¿Existe el “soft power mormón”?
Sí, pero en otro contexto.
La Iglesia de Jesucristo produce contenido institucional en canales oficiales: los Videos de Jesús, programas de ayuda humanitaria, el sitio Venir a Cristo, etc.
Pero eso no tiene relación directa con los perfiles personales de influencers que simplemente comparten su estilo de vida. Mezclar ambas cosas es forzar la narrativa.
4. El problema de basarse en exmiembros dolidos
Una parte del video usa el testimonio de una ex miembro crítica para justificar su visión. Esto puede tener valor emocional, pero no es una fuente imparcial ni académica.
La experiencia personal no equivale a evidencia estructural. De hecho, muchos exmiembros reinterpretan toda su vida pasada bajo una lente negativa, a veces proyectando intenciones oscuras donde no las hubo.
Como analogía: un divorciado amargado no es la mejor fuente para enseñar qué es el matrimonio.
5. Qué enseña realmente la Iglesia
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días:
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No impone estilos de vida personales.
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No controla cuentas personales de redes sociales.
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No censura a miembros que critican públicamente.
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Distingue entre enseñanza oficial y expresión cultural.
De hecho, hay miembros activos, inactivos, progresistas, conservadores, artistas, críticos, y hasta exmormones que siguen produciendo contenido libremente sin ser perseguidos ni silenciados.
Conclusión
Afirmar que todas las acciones y expresiones culturales de los Santos de los Últimos Días están orquestadas como una estrategia de captación encubierta es no solo falso, sino profundamente reductor y desinformado.
Sí, hay valores compartidos. Sí, algunos miembros comparten su fe de manera visible. Pero eso no es manipulación. Es fe vivida con libertad.
La verdad es más simple: muchas de estas mujeres no están vendiendo religión, están compartiendo su vida como la viven. Y si eso resulta inspirador, positivo y atractivo, tal vez no sea porque haya un plan detrás... sino porque hay algo auténtico que vale la pena mirar más de cerca.
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